NÓMADAS
Todo
comenzó con un tímido resfriado. Numerosas visitas médicas,
incontables pruebas diagnósticas, gestos serios y una noticia a la
que no dábamos crédito. Nuestra vida cambió para conseguir salvar
la suya. Nuestro pequeño merecía todos los esfuerzos. Él era, él
es nuestra vida. Recorrimos toda la geografía española de hospital
en hospital. A veces flaqueaban las fuerzas, la gasolina y el dinero
pero nunca nuestro empeño. Algo en nuestro interior nos empujaba a
seguir, nos hacía estar seguros de que el resultado final sería el
que tanto deseábamos. Su sonrisa pequeña y juguetona a veces se
tornaba triste y cansada pero no se rendía jamás. En las cientos de
salas de espera siempre había alguien que contaba su periplo por
ellas, muchas de esas experiencias nos sorprendían, nos alentaban o
nos hacían revelarnos. Nunca nos preguntamos por qué a nosotros,
era evidente que los demás también se lo podían cuestionar, la
respuesta no era importante ni nos ayudaría a llegar a buen puerto.
Las lágrimas solo afloraban cuando sus ojos se cerraban por unas
horas para descansar. No había tiempo ni ganas para la
autocompasión. Canciones, fotografías y cuentos llenaban los
espacios vacíos que tanto nos acompañaban. Convertimos los tiempos
muertos en momentos especiales llenos de arrumacos, risas y bromas.
En nuestro interior una sola idea, una sola fuerza: “Por ti”.
Cada nuevo rumbo nos acercaba a nuestro destino final, no importaba
cuán largo y costoso fuera. Así llegamos al fin hasta este luminoso
parque, lleno de risas, olor a verde, sabor a música. Todo es ya un
recuerdo.
—¿Mamá,
por qué lloras?
—Porque
soy feliz.
Mª del Pilar López Gómez